Londres-. Desmintiendo las informaciones aparecidas anteriormente en los medios de comunicación, Amnistía Internacional ha revelado que la niña lapidada hasta la muerte en Somalia esta semana tenía 13 años, no 23. Aisha Ibrahim Duhulow murió el lunes 27 de octubre a manos de un grupo de 50 hombres que la lapidaron hasta la muerte en el puerto meridional de Kismayo, ante un millar de espectadores. Varios de los periodistas somalíes que habían informado que tenía 23 años han dicho a Amnistía Internacional que calcularon su edad por su aspecto físico. Aisha estaba acusada de adulterio según la ley islámica, pero su padre y otras fuentes han dicho a Amnistía Internacional que de hecho había sido violada por tres hombres y, que al intentar denunciar la violación a la milicia Al Shabab que controla Kismayo, fue acusada de adulterio y detenida. Ninguno de los hombres a los que acusó de violación fue detenido. “No fue un acto de justicia ni una ejecución. Esa niña sufrió una muerte horrible a instancias de los grupos armados de oposición que actualmente controlan Kismayo”, ha dicho David Copeman, adjunto de investigación y acción sobre Somalia de Amnistía Internacional. “Este homicidio es otro abuso contra los derechos humanos cometido por los combatientes en el conflicto de Somalia y demuestra de nuevo la importancia de que la comunidad internacional actúe para investigar y documentar estos abusos a través de una Comisión Internacional de Investigación.”
Según ha sabido Amnistía Internacional:
Se dijo que Aisha Ibrahim Duhulow tenía 23 años calculando su edad por su aspecto físico, según uno de los periodistas que informaron sobre la lapidación. Otras fuentes, incluido su padre, confirmaron su edad real a Amnistía Internacional.
El padre de Aisha declaró que la niña estaba en Kismayo desde hacía sólo tres meses, y había venido del campo de refugiados de Hagardeer, en el nordeste de Kenia.
Aisha fue detenida por la milicia de las autoridades de Kismayo, una coalición de la milicia de Al Shabab y milicias de clan. Según los informes, durante el tiempo que permaneció detenida sufrió una gran angustia, y hay personas que afirman que llegó a desvariar.
Para la lapidación llevaron al estadio un camión cargado de piedras.
En un momento de la lapidación, según han confirmado a Amnistía Internacional numerosos testigos, se ordenó a personal sanitario que comprobara si Aisha Ibrahim Duhulow, que estaba enterrada, seguía con vida. La desenterraron, declararon que aún vivía, y volvieron a colocarla en el agujero para continuar con la lapidación.
Según Radio Shabelle, una persona que dijo llamarse Sheik Hayakalah afirmó: “Ella misma aportó las pruebas y confirmó oficialmente que era culpable, diciéndonos que le alegraba recibir el castigo que dispone la ley islámica”. Frente a esta afirmación, varios testigos han dicho a Amnistía Internacional que la muchacha forcejeó con sus captores y tuvo que ser llevada al estadio por la fuerza.
Dentro del estadio, miembros de la milicia abrieron fuego cuando algunos de los testigos del homicidio intentaron salvarle la vida, y mataron a disparos a un niño que presenciaba los hechos. Más tarde, y según los informes, un portavoz de Al Shabab se disculpó por la muerte del chico y afirmó que el miliciano que había disparado sería castigado.
Según ha sabido Amnistía Internacional:
Se dijo que Aisha Ibrahim Duhulow tenía 23 años calculando su edad por su aspecto físico, según uno de los periodistas que informaron sobre la lapidación. Otras fuentes, incluido su padre, confirmaron su edad real a Amnistía Internacional.
El padre de Aisha declaró que la niña estaba en Kismayo desde hacía sólo tres meses, y había venido del campo de refugiados de Hagardeer, en el nordeste de Kenia.
Aisha fue detenida por la milicia de las autoridades de Kismayo, una coalición de la milicia de Al Shabab y milicias de clan. Según los informes, durante el tiempo que permaneció detenida sufrió una gran angustia, y hay personas que afirman que llegó a desvariar.
Para la lapidación llevaron al estadio un camión cargado de piedras.
En un momento de la lapidación, según han confirmado a Amnistía Internacional numerosos testigos, se ordenó a personal sanitario que comprobara si Aisha Ibrahim Duhulow, que estaba enterrada, seguía con vida. La desenterraron, declararon que aún vivía, y volvieron a colocarla en el agujero para continuar con la lapidación.
Según Radio Shabelle, una persona que dijo llamarse Sheik Hayakalah afirmó: “Ella misma aportó las pruebas y confirmó oficialmente que era culpable, diciéndonos que le alegraba recibir el castigo que dispone la ley islámica”. Frente a esta afirmación, varios testigos han dicho a Amnistía Internacional que la muchacha forcejeó con sus captores y tuvo que ser llevada al estadio por la fuerza.
Dentro del estadio, miembros de la milicia abrieron fuego cuando algunos de los testigos del homicidio intentaron salvarle la vida, y mataron a disparos a un niño que presenciaba los hechos. Más tarde, y según los informes, un portavoz de Al Shabab se disculpó por la muerte del chico y afirmó que el miliciano que había disparado sería castigado.
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