Hoy he escuchado en la radio el drama de dos nuevos asesinatos de mujeres por violencia machista. Ambos casos han ocurrido en Catalunya.
Uno ha sido en el barrio de Gracia de Barcelona. El segundo en Figueres. En ambos casos los asesinos se han entregado a la policía después de reconocer los hechos. Por lo que he podido escuchar en la Cadena Ser, en el caso de Figueres, una amiga de la víctima narraba los hechos. Según esta amiga, la víctima, de 20 años, dio por finalizada una relación con un hombre de 32 y quiso seguir la vida adelante, porque tenía la idea y responsabilidad de que la vida continuaba. Según ella, hacía poquitos días que había empezado una nueva relación con otro hombre y, el ex, al ver a la víctima con otro dijo aquello de "¡Si no está conmigo no está con nadie!". Me imagino la situación del asesino como la de un hombre con unas ideas en su mente de tener que dominar todo lo que pasa a su alrededor, y más aún a lo que se refiere a "su chica". Para el asesino dominar significa incluso obligar a la pareja a hacer sus propios deseos aunque eso implique ir en contra de los deseos de ella. A la vez, me lo imagino con la idea de que la frustración que siente un hombre por la pérdida de la pareja no se puede dominar. Por lo tanto, me imagino a ese hombre con las ideas mentales contradictorias de "Yo domino todo lo que quiero sobre mi vida y la de ella" pero en cambio "la rabia que siente un hombre por frustración emocional por una chica no se puede dominar, la rabia si es necesario se expresa y de esa forma".
Y como consecuencia de tener esas ideas mentales el hombre es incapaz de gestionar y expresar sus emociones más frustrantes con él o sobre él mismo. Así pues, el cóctel de pérdida sentimental, de este concepto de dominio, posesión y la no voluntad e impotencia de vivir la rabia y la frustración desemboca en lo que hoy he escuchado.Yo no soy un experto en violencia de género.
Lo único que puedo decir es lo que pienso por lo que he vivido de forma experimental tanto en mi vida como en otros hombres con los que he hablado y compartido vivencias. Y lo que pienso es que los hombres que formamos parte del género masculino hegemónico y mayoritario (y comienzo por mí mismo de forma responsable) tenemos que tener muy claro que a lo largo de nuestras vidas, mientras vamos creciendo y nos vamos socializando en nuestra sociedad, vamos llevando a cabo actos que muchas veces creemos que son neutros y no violentos, pero que pueden esconder un acto de dominio y obligación contra otras personas.
Estos actos de dominio son aprendidos e identificados como propios de lo que se piensa que deberíamos hacer, a veces pueden ser incluso obligaciones. Uno de esos momentos que solemos expresar actos de dominio y obligación hacia otras personas es cuando vivimos sentimientos de frustración.
Como siempre digo, esto lo expreso de forma genérica, lo expreso como algo que forma parte de nuestro género y que creo tenemos muy incrustado en nuestra mente y creencias de lo que tenemos que ser.
No quiero en ningún momento culpabilizarnos a nosotros y victimizarlas a ellas. Ellas tienen que trabajar sus temas, y nosotros los nuestros.Con todo esto, quiero decir que si pudiésemos vivir haciendo un ejercicio emocional identificando y dejando llevar en nuestro interior, entre la maraña de emociones, la rabia y la frustración que nos produce la pérdida de una persona con quien tenemos un lazo emocional, dejaríamos de llevar a cabo actos de ataques, de invasión de espacios personales, de obligaciones y de dominios y, pasaríamos a vivir las pérdidas y los dolos que son necesarios e inevitables vivir a lo largo de nuestras vidas, porque pérdidas de gente que queremos a nuestro lado, vamos teniendo siempre a lo largo de nuestras vidas.Tal y como explico, el ejercicio es doble y duradero.
Por un lado, es el ejercicio mental de tener que pensar que si ella quiere hacer un acto con su vida (ya sea dejarnos o no) no tenemos porqué obligarla ni dominarla a lo que nosotros queramos o necesitemos. Es la idea de que tan libre soy yo como ella, y si la obligo a algo ya no le respeto su libertad, ni yo a mi mismo la mía de poder seguir caminando mi vida sin dependencias, de forma autónoma, ni de los mensajes del género masculino tradicional.Y por otro lado, aunque el ejercicio mental lo expresemos de forma teórica, aunque sea un discurso teórico político muy bonito de narrar, de leer, de escuchar... también tenemos que saber vivir las emociones, y lo que significa una frustración emocional.
Saberla vivir no es más que digerir la emoción, la rabia, de identificarla, de gestionarla, de llorarla, de vivir el dolor de la pérdida, el dolo, de intentar relajarnos y poderla vivir sin aguantar los sentimiento en un puño cerrado. Este ejercicio es el más costoso, no es fácil, se necesita tiempo, apoyo, comprensión, paciencia y optimismo, pero es la única vía para nuestro propio bienestar.Para acabar, me gustaría reflexionar sobre como creo que todo esto tiene relación en muchas ocasiones cuando escucho a muchos hombres, e incluso mujeres, aterrarse con la violencia de género, pero que en cambio, ven "normal" si el chico le insiste a la chica cuando ésta lo ha dejado.
Si va detrás de ella día sí y día también pidiéndole que vuelvan, o si se enfada haciendo chantaje si ella queda con las amigas y no con él. Estos actos por parte de nuestra sociedad se observan como algo de chiquillos, algo inocente o como algo "normal" del proceso del "¿amor?" o incluso "desamor".
No lo suelen ver como una manifestación de no querer respetar la voluntad de la otra persona. No lo ven como una imposición de su espacio ni de su vida. No lo ven como una impotencia para vivir el sentimiento de frustración ni adentrarse en lo que significa el ejercicio de la pérdida sentimental necesaria. Y yo me pregunto: ¿No sería este el primer acto de no respetar la voluntad de la otra persona? ¿No sería este un acto violento? Cuando así lo expreso, me dicen que exagero, pero yo acabo diciendo: Cuantitativamente el acto es diferente, cuantitativamente en un caso no se mata y en el otro sí. Pero, cualitativamente puedo afirmar que por ideas, por creencias mentales, por ignorancia, por no tener voluntad o por impotencia emocional a vivir y superar la frustración emocional en la relación los casos tienen un origen idéntico, aunque en uno se mate y en el otro no. Cualitativamente son la misma impotencia.
Si realmente todos estamos en contra de la violencia machista deberíamos aprender a identificar cuando se violenta a una mujer invadiéndole su espacio, insistiéndole en volver cuando ella ya ha dicho que se acabó y que no insista.
A parte, cada uno de nosotros en la medida de lo que necesitemos (porque seguro que algo necesitamos) deberíamos aprender a gestionar las frustaciones, a poderlas vivir sin tener que descargar la rabia en la otra persona, en superar la incapacidad para ser autónomo, poder ser libre y continuar así con la vida adelante, tal y como decía la amiga de la chica de 20 años que han asesinado en Figueres: "Ella quería continuar la vida porque la vida sigue".
Bernat Escudero España
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