Uno de los argumentos esgrimidos contra el proyecto para el nuevo Código de Familia es que “la sociedad cubana no está preparada” para algo así o “que no es el momento oportuno”. ¿Qué piensa usted? En caso de que sea cierto el hecho de que la sociedad no está preparada, ¿cuál sería la alternativa? ¿Qué habría que hacer para prepararla? Desde la experiencia eclesial creo que muchos van a reaccionar en contra, lo cual no debe ser un impedimento para que se siga discutiendo la propuesta. Hay un rechazo a la experiencia homosexual manifiesta, me atrevo a decir, por parte de la mayoría de las iglesias evangélicas con un fundamento bíblico y teológico que lo soporta, pero también subsiste la homofobia en líderes y miembros de iglesias e instituciones ecuménicas que, en su discurso, tienen una teología más abierta, quizás más sutil. La alternativa, para mí, es que este proyecto sea discutido con toda la población a partir de una estrategia comunicativa y educativa, en la cual especialistas de diferentes ramas, incluyendo teólogos y pastores, compartan información y experiencia sobre esta problemática. Pero no creo que debamos escudarnos más en que la población no está preparada porque yo formo parte de la población y no pienso así. Los homosexuales también forman parte de esa población. Entonces, el tema es más profundo: ¿qué estamos entendiendo por población y quiénes formamos parte o no de ella? Una población reproduce lo que la cultura promueve y hay que trabajar frente a cualquier manifestación de la cultura que vaya en detrimento de la vida plena de los seres humanos. * Uno de los temas más polémicos es el derecho a la adopción por parte de parejas homosexuales, al punto que, en muchos países donde se han legalizado las uniones entre parejas del mismo sexo, aún no se acepta. ¿Qué piensa usted de este derecho teniendo en cuenta las condiciones cubanas? Creo que hay que particularizar los casos de adopción y que se les debe exigir a las homosexuales las mismas condiciones que se exigen a parejas heterosexuales. Conozco personalmente a parejas homosexuales con más condiciones, desde el punto de vista emocional, ético, de formación integral y de compromiso social, que algunas heterosexuales. * ¿Cómo ve usted las medidas e, incluso, legislaciones homofóbicas que se aplicaron en Cuba durante décadas? ¿Piensa que respondieron a motivos culturales, políticos o a ambos? ¿A qué atribuye cierta apertura a estos temas que se ha producido en los últimos años? ¿Se viven realmente mejores tiempos para las llamadas minorías sexuales? Mi padre pasó por la experiencia de la UMAP (Unidades Militares de Apoyo a la Producción, campamentos de trabajo en el campo, con régimen militar, adonde fueron llevados religiosos, homosexuales y otras personas consideradas antisociales, en la década del sesenta). Estas medidas y legislaciones dejan mucho que decir del proyecto social que se pretendió revolucionario. Creo que respondieron más a lo cultural e ideológico, pero por supuesto la política se erige muchas veces de acuerdo a esa cultura o es parte de una cultura. Todo esto también se relaciona con el poder y la participación. ¿Quién define lo que es bueno o lo que es malo en una sociedad? Ahí seguimos reproduciendo la moralidad que se denominaba burguesa. Lo que era incorrecto en estos años de la revolución sirvió de base para apartar de roles de responsabilidad o privar de carreras universitarias a algunos sectores de la sociedad: los religiosos y los homosexuales, por ejemplo. Sí creo que hay una apertura en estos momentos hacia el tema de la diversidad sexual (no me gusta usar el término minoría) y que se debe a varios factores: - Cuba forma parte del mundo y de alguna manera llegan las reflexiones y resonancias de las luchas emancipatorias que se están dando en este sentido. Hoy hay un cambio de estos paradigmas, se hace más holística la cosmovisión de la emancipación y de la dominación. - Los medios de comunicación, con mejores y peores propuestas, han traído el tema a la palestra. Es digno de reconocer el papel de algunas publicaciones y obras literarias. - El trabajo realizado por instituciones sociales que abordan la problemática de la sexualidad y el género como el Cenesex , la Cátedra de la Mujer de la Universidad de La Habana , el grupo de estudios sobre familia del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS). - En el campo eclesial algunos/as teólogos/as y pastores nos hemos atrevido a trabajar el tema de distintas maneras en nuestras comunidades, seminarios y talleres en centros de formación ecuménica para laicos y pastores. - El atrevimiento cada vez mayor de muchas personas a socializar su orientación homosexual y sus relaciones. * ¿Considera a la sociedad cubana como homofóbica e intolerante, de forma general, hacia lo diferente? Si es así, ¿a qué atribuye esta característica? La sociedad cubana ha vivido en un proceso de tránsito y renovación que atraviesa no sólo la ideología política sino la moralidad, la ética, la sexualidad, la educación y la pedagogía. A la hora de valorar nuestra capacidad de alternar con lo que se considera "diferente" o "nuevo", a la hora de valorar nuestra capacidad de diálogo y reflexión crítica, tenemos que ver que coexisten diferentes generaciones herederas, reproductoras e innovadoras de la cultura y que hay muchas aristas que influyen: la pedagogía social, los conceptos de democracia y participación, el nivel educacional y cultural, la concepción y metodología del uso del poder. En todas ellas se han sucedido y suceden cambios hoy. No son los mismos modelos en todos los sectores de la sociedad ni en todas las épocas. Creo que la sociedad cubana necesita apropiarse de una cultura de la no violencia, de la educación popular y de la aceptación de la diversidad para el trabajo comunitario, social y educativo, incluso en la educación política y filosófica. Hay una herencia homofóbica muy fuerte por el patriarcalismo inherente a nuestras matrices culturales (raíz española, africana, etc ). El espacio familiar, en la mayoría de los hogares, reproduce este machismo. Los roles de género a veces se afirman por homofobia , para que el niño no salga maricón. El lenguaje que heredamos en nuestra niñez hacia la sexualidad (entendida como genitalidad) y, en específico para las relaciones homosexuales, es muy peyorativo, lo cual expresa la mentalidad de que la homosexualidad es algo que se escoge, que se induce, que una mala crianza de los niños y niñas en la transmisión de roles de género puede llevar a una orientación homosexual, así mismo la falta de patrones masculinos y/o femeninos en la familia, y un montón de prejuicios y mitos más. En el caso de las iglesias es peor, porque la homofobia se legitima por la lectura literalista de la Biblia , que es el texto sagrado para los cristianos. Hay muchas personas que tratan de hacer una lectura más liberadora, basada en el amor al prójimo que demandó Jesús de Nazaret , y que invita a los cristianos a entender el trasfondo patriarcal que contienen muchas tradiciones bíblicas, además de responder a culturas donde muchos fenómenos de la realidad no tenían la explicación que hoy las ciencias alcanzan. La teología feminista y la reflexión bíblica y teológica que muchos/as homosexuales están haciendo es un aporte para decontruir esta visión y práctica. Creo que las posturas de las iglesias son diversas, desde las que demonizan el tema y rechazan a las personas abiertamente; otras que consideran a la homosexualidad como un pecado del cual te puedes arrepentir o enfermedad o problema de crianza que por la fe puedes sanar o superar; las que no tocan el tema y "toleran" o "ignoran" que tienen homosexuales en su congregaciones y clero; las que conscientemente están tratando de hacer una reflexión comunitaria y promover una pastoral desde y hacia los homosexuales (quizás las menos). Pero lo más peligroso e incoherente para mí son las instituciones o líderes, eclesiales o no, que en un espacio académico o privado tienen un discurso de aceptación a la diversidad pero discriminan con el lenguaje, burlas, chismes, el inmiscuirse y estar pendientes de la vida sexual de las personas, con la cobardía de no pronunciarse para no afectar su imagen o supuesta aceptación de otras iglesias, el cierre de oportunidades para trabajar de personas que son abiertamente o tildadas de homosexuales. A veces se utiliza la orientación homosexual de una persona para desacreditarla e invisibilizarla . En el fondo, muchas veces subyacen la lucha de poderes y el miedo a enfrentar la propia sexualidad.
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