Según algún estudio (norteamericano), sólo uno de cada diez hombres tiene un amigo de su mismo sexo con quien habla de trabajo, de dinero, de matrimonio; y tan sólo uno entre veinte cuenta con una amistad en la que pueda expresar sus sentimientos acerca de sí mismo o de su sexualidad.
Me he encontrado con muchos hombres, con los que sintonizaba o simpatizaba por alguna razón y con los que no podía compartir mis sentimientos. Pero también intuía que a ellos les pasaba lo mismo.
He trabajado miles de horas junto a hombres, de los que no he llegado a saber el número o el nombre de sus criaturas, ni conocido cuál era su relación con ellas; pero sí adivinado la frustración que había detrás de esa autocensura (¿).
Me he sentido uno más de los zombis errantes, que no saben que lo son, porque siempre andan por la parte de atrás de los espejos….y no éramos zombis, éramos espejos, vueltos del revés.
Como otros muchos, he disfrutado de la cercanía, espontaneidad y frescura de las relaciones entre y con las mujeres. Y he envidiado esa capacidad, quizá por ser la forma en que lo humano se escapa de la imposición de lo social, del dominio de lo público sobre lo privado.
A los hombres nos salen la emociones contenidas, irreconocidas, el analfabetismo emocional, la desconexión con nuestra naturaleza esencial, en forma de infartos, accidentes mortales, adicciones..que no dejan todas ellas de ser pseudo suicidios…
¿No es un dolor gratuito y absurdo evitar el canje de gratificaciones, renunciar a la satisfacción de necesidades, porque no hay “mercado” donde se regule el intercambio?. ¿Qué nos impide a los hombres acudir al trueque espontáneo de sinceridades, quién nos obliga a mantener nuestra armadura tan limpia e impenetrable?....... Ese lugar de encuentro y reflexión podrían ser los grupos de hombres.Un lugar, donde pedir ayuda no signifique debilidad, sino sinceridad; donde ofrecer consejo no sea paternalismo, sino solidaridad.
Un lugar donde te vas a encontrar con otros, sin saber que en realidad te encuentras contigo mismo. ¿Qué será eso de encontrarse para un hombre al que le han enseñado a “encontronarse”?
No se trata de un trabajo o terapia de grupo(que también podría ser), sino de un trabajo personal que se hace en compañía.
Cada uno ha venido por una razón diferente, pero que en el fondo es la misma: la necesidad de compartir identidad, de reflejarse en los otros, de confirmar que no somos extraños a nuestra verdadera naturaleza.
Como dice Dani Gabarró (“Transformar a los hombres: un reto social”), hemos perdido los rituales socialmente controlados, por el que los adolescentes ingresan en el mundo de los adultos……Pues algo de la excitación adolescente precede a muchas reuniones de grupos, porque no sabes qué te puedes encontrar ese día, pero estás seguro de que cuando salgas, lo harás reconciliado con los hombres, siendo más tú mismo, más persona.
No temes abrirte, desnudarte, porque la vergüenza se espanta cuando no estás sólo; y te emocionas cuando los demás se desnudan, porque la generosidad de mostrar su intimidad y sentimientos te ayuda a crecer, comprender y compartir; o sea, a vivir.
He de mirar…para ver cómo soy….para dejarme ser.
Francisco Javier Gonzalez Mateo
Revista Digital hombres igualitarios Ahige. Año 2 Numero 12. 22 de Enero 2009
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