No cabe duda; las mujeres cumplimos múltiples roles y pese a los esfuerzos por delegar o compartir algunos de ellos, la realidad señala que pareciéramos ser irremplazables.
Un ejemplo de lo anterior lo ofrecen estudios en adolescentes que indican que los jóvenes recurren en un 75% de los casos a su madre para resolver dudas de sexualidad y en menos de un 37% al padre.Así las cosas, las mujeres se instalan en un primerísimo primer lugar como formadoras y guías en este ámbito, muy por encima de los amigos y pares (a los que se recurre en un 45% de las veces) y los profesores (con un 42%).Quizás lo anterior justifica entonces que cuando se habla de educación sexual adolescente el mejor camino a seguir es prestar apoyo a los padres, apoderados y profesores en ello, en vez de actuar directamente sobre los jóvenes con programas especiales.
Así lo cree y ha comprobado el programa privado “Ruta del amor” que desde hace 10 años presta asesoría en esta área.La abogada María de los Ángeles Fernández Eyzaguirre, directora ejecutiva de la ONG que lo desarrolla, se convenció en su contacto directo con los sectores más vulnerables que la sexualidad era un tema que hacía a la felicidad de las familias.
Tras trabajar en una inmobiliaria y pasar por una fundación dedicada a combatir el cáncer, se introdujo en la salud pública y resolvió especializarse, primero, en ciencias de la familia en la Universidad de los Andes y luego, sexualidad, en Roma.
A partir de una petición hecha por el colegio Cumbres femenino, un grupo de especialistas dio origen a un programa de educación sexual destinado a padres y profesores que hoy está totalmente enfocado a los establecimientos municipalizados y subvencionados. Como explica María de los Ángeles, lo que buscan es capacitar a los adultos (en un programa de 60 horas) para que puedan responder las preguntas que sus hijos les hacen. “Los niños esperan de ellos las respuestas”, afirma.“Ruta del amor” se implementa a través de contenidos transversales que se aplican desde el nivel preescolar a la educación media y tiene como punto de partida ser presentado como una sugerencia a la comunidad educativa. “Cualquier programa que viene listo, nunca va a ser sentido como propio”, explica.-¿Los jóvenes de diferentes estratos sociales están viviendo de manera diferente su sexualidad? “Ese es uno de los principales prejuicios que tenemos que derribar. En estos 10 años nos hemos dado cuenta que los problemas, carencias, heridas, desamores que llevan, muchas veces, a la vivencia de una sexualidad que ante los ojos de los adultos resulta anticipada se dan en todos los sectores sociales.“Lo que pasa es que la forma en que se materializa, claramente, difiere según el estrato en el cual estás”.-Con eso apuntas a que en los sectores de bajos recursos tiene la expresión de mayores embarazos adolescentes.“Puede ser. Uno no puede ver el ejercicio de la sexualidad como un hecho aislado. La mayoría de los adolescentes –cuando se les pregunta por sus motivaciones- dice que es por el hecho de sentirse queridos, de evitar ser abandonadas por el pololo. Las razones en La Dehesa, La Reina, La Pintana o San Ramón son exactamente las mismas; diría que en los extremos incluso se juntan.“El embarazo adolescente en los sectores más privados de recursos se relaciona con un modo de las niñas por adquirir una identidad, de ser visualizada, ser parte de algo y con ello se expone a salir del sistema educativo, pero la soledad de esas niñitas es la misma que las de Vitacura. Por eso la sexualidad tiene que ser entendido como un aspecto del ser humano, no como una conducta. “La sexualidad humana es mucho más que una actividad de riesgo y cuando se le asume así, normalmente los programas de prevención fracasan porque no toman en cuenta las características del desarrollo cognitivo y moral de los adolescentes que son idealistas, egocéntricos. Tienden a pensar que pueden alterar la realidad a su antojo; no creen que se van a infectar de VIH porque son inmunes ni se van a embarazar porque a ellos no les va a pasar. Cuando se centra todo en un entrenamiento en el uso de métodos anticonceptivos uno no se hace cargo de la edad de los jóvenes, del hecho de que es muy difícil que se acuerden de tomarse la píldora porque tampoco se acuerdan de tomarse el antibiótico”.-Las motivaciones son iguales en todos los estratos, la diferencia está en que en el bajo el embarazo se traduce en el seguro de sobrevivencia y en el alto, en un tropiezo, un obstáculo en el proyecto de vida. Es decir, la desigualdad está en las oportunidades.“El problema de las oportunidades, efectivamente es un tema. Pero también está el tema de la posibilidad real de la contención social; a lo mejor la niña de La Dehesa tiene la misma soledad que la de San Ramón, pero su red social la contiene, aunque puede ser a la inversa. También hay un tema de educación y otro de expectativas.“Los papás que tienen oportunidades esperan todo de sus hijos; los papás de sectores pobres no esperan nada sino que repitan su propia historia. Eso se lo transmiten a sus hijos y hay un problema de autoestima”.María de los Ángeles se adentra en un tema fundamental para que los adolescentes puedan vivir una sexualidad sana, cual es la autoestima de los jóvenes. Al respecto, señala que han obtenido muy buenos resultados en sectores vulnerables en orden a supresión total del embarazo adolescentes sólo trabajando ese tema. “Cuanto te sientes valioso, cuanto sientes que los adultos que te rodean esperan cosas de ti porque te ven como una persona capaz, tú te quieres y cuando lo haces, pones límites y condiciones. No lo haces con cualquiera, en cualquier parte, de cualquier manera”, sostiene.Esta experta insiste en que quienes viven su sexualidad de manera riesgosa y, sobre todo, desintegrada son aquellos que no se sienten dueños de su vida.-Cuando se tiene un joven con problemas de autoestima, probablemente el padre está ausente. Y con mayor razón lo estará en su formación sexual.“Sí, es verdad, pero la educación sexual es bastante más involuntaria y poco explícita que lo que nosotros creemos. Nos imaginamos esto como si fueran clases y resulta que la sexualidad se educa en la vida diaria, en el ejemplo, en los mensajes que se mandan, en la forma cómo se enfrentan las cosas. Comprenderás que a un niño que nunca le han puesto límites en la expresión de su rabia, difícilmente no tendrá problemas en la vivencia de su sexualidad. Claramente la ausencia de un adulto significativo dificulta muchísimo esto, pero si no está en la casa, puede estar en la escuela. Y es un hecho que los profesores han asumido un papel que no buscaron y más del 80% de los padres espera que ellos se hagan cargo del tema.“Y cuando los padres están presentes tampoco saben hacerlo; enfrentan el tema normalmente cuando los hijos ya son reproductores y lo hacen desde el eje del miedo. Es tal el terror a que el cabro se infecte y la niñita se embarace que el único mensaje que envían es el que la sexualidad es un mal, donde el otro –que se supone que era un príncipe, un regalo- es el que te daña. Se produce una distorsión de las relaciones humanas que va mucho más allá del embarazo o no”.María de los Ángeles se detiene aquí y señala que hay un problema mucho más importante que el embarazo adolescente, que es la desconfianza en la están siendo formados con la advertencia que reciben y que es como que “la sexualidad te hace daño". Además, dice, los jóvenes reciben un doble mensaje muy potente; por un lado vivan la vida, busquen el placer y por el otro, no se embaracen.-¿Una sexualidad bien llevada puede avanzar mucho más allá que el mero ejercicio responsable y llegar a la abstinencia?“Sí. Lo fundamental es que los jóvenes se den cuenta que pueden vivir la sexualidad de muchas maneras, no meramente instintiva, de respuesta a un estímulo como es el caso de los animales. Los jóvenes no pueden evitar que la excitación surja, pero si puede decidir donde parar; o sea, la sexualidad se puede vivir desde lo más bajo como el abuso, la violación, la pedofilia, a lo más sublime que es la relación interpersonal, de donación y entrega entre dos. Y entre ambos extremos tienes un abanico como la masturbación, el sexo anal o las relaciones prematrimoniales y los jóvenes tienen que entender que siempre habrá un margen de decisión que debe apuntar a ser una persona mejor. La pregunta que hay que hacerse es ¿esto me va a ser más feliz; tener relaciones a los 15 años me ayuda en mi proyecto de vida?“Y ojo, como adultos podemos acompañar y proponer, pero no podemos tomar las decisiones por los cabros. La abstinencia impuesta por miedo versus has lo que quieras son igualmente poco respetuosas de la autonomía personal”.Para esta experta, la sexualidad bien construida puede apuntar a la abstinencia cuando se les presenta a los jóvenes a ésta como la perfección de la relación interpersonal y agrega que esto es bien comprendido cuando los lolos son idealistas. “Muchas veces los padres, por cansancio o por miedo, empezamos a proponer ideales mediocres; linda, sabe, es súper difícil así que lo único que le pido es que si va a tener relaciones sexuales, se cuide y tome pastillas”.“Y yo pregunto cómo una niña de 15 años cuida su alma, como cuida su ser personal, su estima que queda en manos de otro. Puede un cabro de 16 años hacerse cargo de lo que significa la entrega de otra persona”, desafía María de los Ángeles.-Todo esto parece imposible en una sociedad en donde se acentúa el egocentrismo.“Absolutamente, pero creemos en una posibilidad de cambio a largo plazo. De hecho hemos hecho encuestas en Puente Alto donde más del 80% de los niños piensa que la virginidad es un ideal posible, entonces, porqué vamos a venir los adultos a decirles que no se puede. Claramente es difícil en una sociedad del ‘llame ya’, del ‘para qué esperar’”.-¿Las generaciones actuales enfrentan una realidad más difícil a partir de que ciertos parámetros biológicos se han distanciado de los valóricos-morales? En la generación de los abuelos la menarquía se daba a los 16 años y se casaban a los 19; hoy, la menarquía es a los 11 y se casan a los 30.“Claramente es una dificultad. Pero a esto se suma el hecho de que las nuevas generaciones se han criado en una sociedad en donde no se considera la existencia del mal y del bien en términos objetivos y absolutos. Eso hace súper difícil educar; cuando yo era chica y mi papá me decía pórtese bien, no haga tonteras yo sabía perfectamente lo que me estaba diciendo, no era necesario que fuera concreto porque existía un rayado de cancha, un orden que todo el mundo conocía, lo que no significa que todos lo siguieran. Hoy las cosas cambiaron, en mi época estar con el pololo en la pieza no era tema porque a nadie se le pasaba por la mente, hoy se conversa y discute. Antes uno metía igual al pololo a la pieza y también tenía relaciones, pero sabíamos que no era lo correcto.“Hay prácticas sexuales que hace 30 años eran consideradas perversiones y hoy se consideran normales, entonces, obviamente, el tema de las relaciones anales u orales es algo que los papás van a tener que hablar con los hijos en algún minuto.“Hoy es más difícil educar y hay una serie de costumbres que facilitan las relaciones sexuales como irse de vacaciones con el pololo”.-Las fronteras se ampliaron en todo ámbito.“Exacto y el hecho de que se hayan ampliado no significa que sean buenas, sino que nos obligan a tener mucho mayor reflexión. No puede bastar sólo la convención social y la norma, porque hace 40 años la ley impedía a las personas de raza negra compartir un baño con los blancos y eso no significa que estuviera bien. En España, hoy, no es delito que un hombre de 50 tenga relaciones sexuales con una niña de 12.“Hay que empoderar a los jóvenes para que puedan tomar sus decisiones y vivir la sexualidad como una auténtica expresión de amor y no como una forma de tapar heridas y frustraciones. Esta libertad no les está haciendo más felices”.-¿Los está esclavizando en el sexo?“Las razones para tener sexo de las niñas son para que no me deje o porque si no lo hace conmigo lo va a hacer con otra. Estas niñas del S. XXI, que tienen toda la libertad, siguen esclavizadas y sometidas por el deseo de un varón.“Esto no va a cambiar mientras no les mostremos que pueden vivir la sexualidad de otra manera y para eso, tenemos que creer que son capaces. Más que preocuparnos del uso o no de anticonceptivos, debiera preocuparnos por qué una niña se somete al pololo para no enfrentar una discusión y dar la prueba del amor igual que hace 200 años”.
Mercurio Digital
Jueves 8 de Enero de 2009
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