sábado, 10 de enero de 2009

España Andres Montero escribe.Violencia en agresores y suicidio

Existen dos teorías para intentar explicar porqué algunos agresores de mujeres se suicidan después de haberlas asesinado. La más nombrada pero también la más contradicha por los datos es que los hombres agresores se suicidan porque no soportan el rechazo social derivado del acto violento que han cometido. Tal planteamiento queda rebatido por la realidad de la violencia de género, un crimen por convicción en donde el agresor no sólo es indiferente a la valoración externa de sus actos, sino que en la mayoría de los casos está moralmente seguro de haber obrado correctamente.
La teoría alternativa respecto de porqué se suicidan algunos agresores remite a que han construido de tal manera su vida alrededor de una relación de dominación, de un pequeño reino totalitario basado en la violencia para controlar a una mujer y a unos niños siempre que los haya, que cuando esa relación se acaba porque la mujer ya no puede más, deciden matarla. Cuando la mujer ha desaparecido por el asesinato, también se viene abajo el castillo de dominación donde el agresor era un dios todopoderoso. En ese momento, ante ese vacío existencial, el violento decide recurrir a la solución final, una solución impuesta a una mujer asesinada por reclamar su libertad, asesinato al que sigue un suicidio.
El suicidio es, no obstante, excepcional entre los agresores de mujeres. Al tratarse la violencia de género de un crimen por convicción, la mayoría de los agresores, incluso los que acaban siendo asesinos, continúan sus vidas en la íntima certeza de que la violencia era una camino necesario para ejercer el derecho que creen legítimo de controlar y corregir el comportamiento de una mujer. Aunque se ha registrado algún pico de subida o bajada anual, en promedio podemos calcular que se suicidan (o lo intentan) alrededor del 10% de los hombres que asesinan a mujeres en violencia de género. El año pasado se suicidaron cinco hombres para siete decenas de mujeres asesinadas. La mayoría de los agresores están más de diez años construyendo sus vidas alrededor de la dominación. No es el rechazo social, sino la libertad de la mujer lo que un agresor no puede soportar.

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