jueves, 6 de noviembre de 2008

Venezuela .Abrir la puerta a las crianzas conjuntas.

"El venezolano no exclama, como el mexicano, `¡Padre tormenta!’; dice `¡Madre aguacero!’, porque aquí lo que duele es la mamá. No encuentro otros componentes en la familia popular venezolana que madres e hijos. No hay un triángulo, sino un binomio, pero no necesitan nada más para subsistir. En el nudo familiar no hay espacio para el padre, no tiene significado", expuso el sacerdote Alejandro Moreno, durante el V Seminario Creciendo Juntos, que organizó Cecodap.Moreno, que tiene estudios de Filosofía, Teología y Psicología, ha hecho investigaciones sobre la familia desde el sector popular donde vive. Ha concluido que la figura paterna en el país está ligada a las características de insignificante, embarazador, abandonante y proveedor que no provee. La madre es la pirámide, explica. Sin embargo, el autor de Buscando al padre se cuida de tildar al papá de irresponsable. Afirma que es la madre quien lo excluye, a veces instintivamente, en su deseo de mantener los vínculos con sus hijos e hijas.Cuestión de crianza. Las madres tratan a sus hijos e hijas con ciertas diferencias, de acuerdo con el sexo, desde los primeros minutos de vida. Benno De Keijzer, mexicano investigador del tema de la masculinidad, refirió estudios internacionales que demuestran que, aunque tengan las mismas características físicas, la niña recién nacida es cargada con más delicadeza y cuidado que el varón.Entonces, lo valioso para ellos es la trasgresión, y cuando crecen manifiestan una conducta sexual genital. De Keijzer asegura que los rasgos masculinos se convierten en un riesgo: para ellas, de violencia, transmisión de enfermedades sexuales y embarazos indeseados; para sus pares, de accidentes, homicidios y lesiones; así como para ellos mismos, por la tendencia al alcohol y otras adicciones, al suicidio y a invertir su tiempo en excesivo trabajo y deporte.Los expertos coinciden en que es necesario incidir en la mujer, para que sea capaz de renunciar a la necesidad de monopolizar los vínculos con sus hijos y `abra la puerta’ para que los padres entren en la relación.(El Nacional, pp. C-3, 06/11 – Mariela Hoyer Guerrero)

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