lunes, 8 de diciembre de 2008

Canada Recordando de la Masacre de Montreal. O como nació al campaña del lazo Blanco

¿Te has preguntado alguna vez cómo surgió la Campaña del Lazo Blanco?

El día Sábado 6 de Diciembre El colectivo de Mujeres de color y CUPE. ETFO (Elementary Teachers Federation of Ontario) TWLC,Pachamama Asoc. nos reunimos en Regent Park Community Centre de Toronto para recordar y reflexionar acerca de lo que fue la masacre de montreal catalogado como Feminicidio.
Participaron activistas feministas de mucha trayectoria en Toronto como Cecilia Paiva, Ronnie thompson,Belinda Longe y otras,ellas en sus diversos discursos llamaron a seguir luchando por los derechos de las mujeres y condenando la violencia contra la mujer, pues es una de las más graves consecuencias de las desigualdades económicas, sociales, políticas y culturales que existen entre hombres y mujeres, es perpetrada por sistemas legales y políticos que han discriminado a la mujer a través de la historia.
El evento de reflexión fue amenizado por el coro de mujeres y sus tambores Hubo flores,velas y un ambiente lleno de amor fraternidad compartida y deseos de seguir en la lucha por los derechos. Recordando también que a la fecha esta masacre ha pasado invisiblemente por muchas organizaciones gubernamentales y privadas por lo que se llamo a no olvidar a las hermanas victimas de este execrable hecho pensando que cada momento una mujer esta siendo torturada maltratada,violada y muerta y esto no puede continuar pues es la más vergonzosa violación de los derechos humanos. La violencia no conoce límites geográficos, culturales o de riquezas. Mientras continúe, no podremos afirmar que hemos realmente avanzado hacia la igualdad, el desarrollo y la paz, se remarco.
La Masacre de Montreal acaeció el 6 de Diciembre de 1989, en la cual 14 estudiantes mujeres del École Polythechnique fueron sistemáticamente asesinadas y otros 13 estudiantes heridos por un pistolero solitario, está indeleblemente impresa en las mentes de los Quebecuás y otros quienes se esfuerzan por comprender la peor masacre de un solo día en la historia canadiense.
Antecedentes
Desde el inicio de la “Revolución Silenciosa” de Quebec en los años 60s, las mujeres habían ido acrecentando a grandes pasos su papel en ocupaciones no tradicionales y programas educacionales. En los años 70s y 80s un creciente número se unió al École Polythecnique, la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Montreal. Mientras la mayoría de los hombres en Quebec y en otros lugares aceptaron e incluso dieron la bienvenida a estas transformaciones, una minoría se sintió en desventaja por alentar los intentos de la mujer en nuevos roles y oportunidades.
Uno de ellos fue Marc Lépine, un Quebecuá de 25 años sobreviviente de un abuso infantil quien, como adulto, fue descrito por conocidos como un hombre solitario y voluble. Lépine buscó ingresar a las Fuerzas Armadas Canadienses, pero fue rechazado. También estudió para que lo admitieran en École Polytechnique, pero no fue aceptado — una decisión en la que él aparentemente culpa las políticas de “acción afirmativa” promovidas por feministas y sus simpatizantes. En la nota suicida que dejaría sobre su cuerpo, Lépine dejó entrever la virulenta estructura de pensamiento que atizó su rabia en contra de las mujeres y las feministas:
Por favor tomen nota de que si estoy cometiendo suicidio hoy … no es por razones económicas … sino por razones políticas. Por eso he decidido mandar Ad Patres [Latín: "a los padres"] las feministas que han arruinado mi vida … Las feministas siempre han tenido el talento de irritarme. Ellas quieren retener las ventajas de ser mujer … mientras tratan de arrebatar aquellas de los hombres… Son muy oportunistas ya que descuidan el provecho del conocimiento acumulado por el hombre a través de los años. Siempre tratan de subrepresentarlos cada vez que pueden.
Anexo a la carta había una lista de 19 prominentes mujeres Quebecuás en ocupaciones no tradicionales, incluyendo a la primera mujer bombero de la provincia y la capitana de policía. Debajo de la lista Lépine escribió: “[Estas mujeres] aproximadamente morirán hoy. La falta de tiempo (puesto que empecé muy tarde) ha permitido a estas feministas radicales sobrevivir.” Fueron más bien, docenas de mujeres ordinarias del École Polytechnique quienes soportarían lo más arduo de su furia.
El acto de generocidio
En la noche del 6 de Diciembre de 1989, poco después de las cinco en punto, en el penúltimo día de clases antes de las vacaciones de Navidad, Lépine cargó disimuladamente un rifle Sturm Ruger Mini-14 semiautomático dentro de École Polytechnique. Su primera víctima femenina, Maryse Laganiere, fue asesinada en un corredor. Después él procedió al Cuarto 303, un salón que tenía 10 estudiantes mujeres y 48 hombres, conjuntamente con un profesor varón. Abriendo fuego con dos disparos hacia el techo y gritando, “¡Quiero a las mujeres. Odio a las feministas!”, Lépine ejecutó un ritual generocida que será familiar para los lectores de otros estudios de caso en este sitio (Kosovo, Bosnia-Herzegovina, Colombia) — pero está vez, las víctimas fueron mujeres. Separando a los hombres de las mujeres, él echó a los hombres a punta de pistola, alineando a las mujeres restantes contra la pared y empezando a disparar. Seis mujeres murieron; las otras fueron heridas, pero sobrevivieron.
“Después Lépine bajó al primer piso,” escribió Maclean´s (Diciembre 18, 1989). “Haciendo fuego sobre las estudiantes que se tiraban al piso, entró a la cafetería donde mató a [Anne-Marie] Edward y a dos de sus compañeras. Todavía en la cacería, subió otra vez al tercer piso, donde entró con grandes pasos en el cuarto 311. Los estudiantes, sin saber de la tragedia desarrollada, estaban llevando a cabo las presentaciones orales de final de semestre. ‘Al principio, nadie hizo nada’ recordó Eric Forget, de 21. Después el tirador abrió fuego, mandando a dos profesores y 26 estudiantes amontonados debajo de sus escritorios. ‘Fuimos atrapados como ratas,’ dijo Forget. ‘Él estaba disparando hacia todas partes.’ Otros testigos dijeron que Lépine saltó sobre varios escritorios y disparó a las mujeres agazapadas debajo de él. Cuatro mujeres más fueron asesinadas. Entonces, cerca de 20 minutos después de aventurarse en su alboroto, Lépine se quitó la vida.” Para ese momento, él había dejado tras de sí, catorce mujeres muertas y otros trece estudiantes fueron heridos (nueve mujeres, cuatro hombres).
Las mujeres asesinadas fueron:
Geneviève Bergeron, edad 21;
Hélène Colgan, 23;
Nathalie Croteau, 23;
Barbara Daigneault, 22;
Anne-Marie Edward, 21;
Maud Haviernick, 29;
Barbara Maria Klucznik, 31;
Maryse Leclair, 23;
Annie St.-Arneault, 23;
Michèle Richard, 21;
Maryse Laganière, 25;
Anne-Marie Lemay, 22;
Sonia Pelletier, 28; y
Annie Turcotte, edad 21.
Las secuelas –
¿Una responsabilidad compartida?
A raíz de los espantosos asesinatos, Quebecuás y Canadienses — junto con muchos otros alrededor del mundo — se unieron para conmemorar a las víctimas y denunciar la violencia antifeminista del atacante. Muchos llamaron a Lépine un “hombre loco,” pero otros rechazaron el término como menosprecio a la naturaleza calculadora de su odio hacia las mujeres y las feministas. Efectivamente, Lépine mismo hubo rechazado en su nota suicida: “Aunque el epíteto de Asesino Enfermo me será atribuido por los medios, me considero una persona erudita y racional que sólo la llegada de la Muerte ha forzado para cometer actos extremos.” Judy Rebick, quien fue motivada por la masacre a ir por el liderazgo del Comité de Acción Nacional en su Estatus de Mujer, declaró: “Si él hubiera matado 14 Judíos, él hubiera sido visto como un desequilibrado, pero también como antisemita.”
Las autoridades municipales y provinciales declararon tres días de duelo; la bandera del parlamento Canadiense ondeó a media hasta. Velas de vigilia fueron puestas a lo largo de Canadá, y al domingo siguiente a la masacre, decenas de miles de residentes Quebecuás y visitantes hicieron fila con temperaturas bajo cero fuera de la Capilla de la Universidad de Montreal para ver los ataúdes cerrados de las jóvenes mujeres asesinadas. Uno de ellos fue el Director Ejecutivo de Gendercide Watch, Adam Jones, quien recuerda: “No había visto nunca tal aflicción colectiva. Los asesinatos unieron a varios Quebecuás a través de líneas generacionales, étnicas y genéricas; todos se aparecieron para presentarles sus respetos. Personalmente fue una experiencia transformadora. Nunca había examinado seriamente la violencia genérica en nuestra sociedad, y alrededor del mundo, antes de que estas 14 mujeres murieran.”
Desde 1989, el 6 de Diciembre ha sido oficialmente designado como un día de conmemoración nacional. A través de los años, el debate se ha exaltado (renovado por las conmemoraciones del décimo aniversario en 1999) en torno a si la matanza fue un acto aislado, o un símbolo de violencia masculina contra las mujeres. Fue ciertamente, como se dijo, un acto de asesinato masivo sin precedente en la historia canadiense. Y el ritual, la separación generocida de las mujeres de los hombres, — como también se dijo — usualmente deja a los hombres muertos y a las mujeres vivas. Sin embargo, el comportamiento violento de Lépine tuvo fuertes ecos en los numerosos actos de asesinato y abuso doméstico cometido por hombres temerosos de que “sus” mujeres hicieran valer una mayor independencia y se movieran más allá de los roles femeninos tradicionales. (El suicidio de Lépine también tipifica el autodestructivo y autoaborrecimiento patológico los cuales regularmente caracterizan a tales actos, y los cuales dificultan hablar de un simple ejercicio de “poder patriarcal”.)
Algunos sostienen el argumento de una responsabilidad masculina generalizada aún más lejos. “Los hombres matan a mujeres y niños como un acto de propiedad, terrorismo y venganza,” escribió Hombres de Montreal en Contra del Sexismo. “Ellos lo hacen con el apoyo de una sociedad y un sistema judicial sexistas. Como los hombres profeministas, tratamos de revelar y de terminar con esta continua masacre, que seguirá hasta que no se termine con el sexismo y la violencia sexista, junto con todas las excusas de los hombres para consigo mismos.
Pensando a lo largo de líneas similares, el Concejal de la ciudad de Toronto, Jack Layton, fue co-fundador del Movimiento del Listón Blanco en 1991 para recordar a las víctimas de la masacre y protestar en contra de la violencia hacia las mujeres. “Hasta antes de Montreal, la mayor parte de la discusión era introspectiva,” recordó Layton en 1999. “Después sucedió la masacre, y nos puso en acción. Mi cabeza explotó ese año. ‘¿Qué sería para las mujeres?’ pensé. Era tiempo de hablar claro y tomar responsabilidad de este comportamiento.” “Ocho años más tarde,” escribió Hurst, “la causa se ha extendido a una docena de países alrededor del mundo. Su comprensivo currículum de violencia de género –enseñada en escuelas públicas de primaria, secundaria y preparatoria — es usado en 100 escuelas a través de Canadá y 1,000 en Estados Unidos. “El movimiento ha atraído también críticas de aquellos quienes creen que es injustificada la generalización acerca de las actitudes y comportamientos de los hombres. (Véase a Jones, “Por qué No Portaré un Listón Blanco”).
En Noviembre de 1996, la Asociación por Internet de Mujeres Canadienses fundó la “Vigilia de luz de velas a través de Internet”, con la establecida finalidad de “aument[ar] la conciencia de la violencia en contra de las mujeres a través de Canadá y por todo el ciberespacio.” Ahora en su tercer año, la respuesta ha “superado por mucho las expectativas,” de acuerdo a las organizadoras.
La Masacre en Montreal fue también un momento clave en la lucha para el control de armas en Canadá. Inmediatamente después de la masacre, — “surgió,” dijo — Wendy Cukier fundadora de la Coalición para el Control de Armas. La Coalición “seguirá tomando un papel mayor en el cabildeo para las leyes en Ottawa, en 1991 y en 1998, que podría prohibir todas las armas de mano semiautomáticas, armas de asalto militar y armas de cañón corto, y requieren el registro de todas las armas de fuego, empezando en 2003, y con una estricta investigación de todos los propietarios.” Ontario y varias provincias más, presentaron a la Suprema Corte retos a la legislación, pero en Diciembre de 1999 Cukier estableció que estaba “confiada que la corte cumplirá” (Véase Lynda Hurst, “10 Años Después, Cómo una Masacre Nos Cambió Completamente”, Toronto Star , Noviembre 27, 1999.)
Finalmente, si Lépine hubiera buscado aterrorizar a las mujeres canadienses para quedarse en sus roles tradicionales, su comportamiento puede haber tenido el efecto contrario. Entre 1989 y 1999, la proporción de mujeres enlistadas en las facultades de ingeniería de Canadá creció de un 13 a un 19 por ciento. Y en números absolutos, en más del doble, a cerca de 9,000.
Colectivo Pachamama

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