miércoles, 4 de febrero de 2009

2. Principios y cierres del trabajo con grupos de hombres en masculinidades

Lo que se obtiene con violencia, solo se puede mantener con la misma violencia.
Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa.
No me gusta la palabra tolerancia, pero no encuentro otra mejor, el amor empuja a tener, hacia
la fé de los demás el mismo respeto que se tiene por la propia.
Mahatma Ghandi

Yo no se de donde soy mi casa esta en la frontera
Cada cual por su camino, igual va aprender de viejo.
Todo tiempo pasado es peor, no hay tiempo perdido peor que el perdido en añorar
Solo conozco de veras lo que una vez tuve que añorar.
A veces se añora algo que nunca llegó a pasar.
Canciones de Jorge Drexler.
Disco Frontera


Son perlas repetidas, imágenes precisas de conversaciones y encuentros con hombres concientes de sus procesos cotidianos, atentos a sus necesidades y consideraciones.
Imágenes de cuerpos, de hombro/es ceñidos y mentones para abajo, silencios capaces de pulverizar toda indiferencia, presencia lograda deshilvanado el ropaje cultural apegado a sus pieles, cuerpos y sentires de masculinos en continua transformación.
Desde mi experiencia, y mucha com-partida con otros, los grupos de hombres, si se desarrollan con-vivenciales internados de más de dos jornadas, presentan otra consideración que debe ser tenida en cuenta metodológicamente, las situaciones de finales y despedidas.
Cuando la mayoría de los hombres re-corremos el camino sinuoso de la Cinco C, vamos hacia un escenario de final incierto, entramos en presencia presente, desde donde ya no se vuelve a los haceres, sentires y pensares anteriores, desde ese destino no hay retorno posible hacia las prácticas que nos trajeron hasta esta instancia que se cierra.
Digo que cuando el MH es revisado, experimentado, y dolorosamente registrado, cuando se pueden tocar marcas y quiebres en nuestros cuerpos, sentires y por ende pensares incluyendo las formas de vincularnos con nosotros y los demás, es donde se cruza una frontera que ya no nos deja volver atrás y nos conmueve de incomodidad y extrañeza.
Incomodidad frente a las violencias e injusticias cotidianas que hoy nos atraviesan, frente a los feminicidios y genocidios que nos impactan como nunca, incomodidad frente a las respuestas que se espera de nuestras acciones y que ya no estamos dispuestos a sostener, reafirmando en cada acción que soy hombre, haciendo cosas de un modo pre-establecido, para que los demás se enteren que uno es hombre, no niño ni mujer.
Incomodidad frente a nuevas percepciones que nos hacen actuar sin la confianza y seguridad per se que el MH nos entregaba mansito, sin chistar, sin poner en riesgo, es decir ser parte de los que mandan.
Incomodidad en las diferencias con los otros y otras frente a un registro mucho más preciso de las distinciones que nos humanizan sin titubeos, dejando de ser el centro de todo.
Voy leyendo y escuchando entre compañeros frases sueltas, atando cabos, revisando cuestiones teóricas, sin embargo estamos como estamos, es decir , los “ juzgamientos “ sobre el otro, y los otros y otras siguen estando a la orden del día, desde una cultura de la jerarquía y la dominación que no deja de cobrarse víctimas de alto valor actuantes, el deber ser , esa imposición del modelo universal continua su andar sembrando recelos entre nosotr@s, confundiendo la paja con el trigo , separándonos , dicen los paisanos de mi tierra, no hay peor astilla que la del mismo palo.
Extrañeza del modelo que vamos deshilvanando, saudades de lo que hemos entregado para no ser mirados en la desconfianza del no-ser, añoranzas de un modelo armado y determinado con receta y formula escrita, siempre sabíamos como actuar, pues ahora la incertidumbre de la propia tarea no tiene script, solo voluntad e inteligencia al servicio de esa tarea, vivir muestras propias vidas masculinas con mayor entendimiento y dignidad.
Es probable, es posible que esta ardua tarea resulte mucha más ingrata que la anterior, pues aquí no hay formulas, solo es indagarse y tomar decisiones cotidianas, no hay fanfarrias ni estruendos, ni trompetas de gloria esperándonos, solo hay vida digna, más propia menos ajena.
Esta añoranza, se pondrá atenta en cada encuentro con conocid@s, pues es allí en lo relacional, el dominio preciso donde actuaremos lo novedoso, y se nos demandará, pedirá y exigirá justamente aquello que hemos dejado, la frontera que hemos atravesado, la del no –retorno.
Digo que, entonces, la instancia del cierre de trabajo con hombres con jornadas mayores de dos días de haceres conjuntos debe ser resguardada, acompañada, transitarla entre tod@s especialmente desde la coordinación de los mismos.
Una de las escenas temidas del trabajo con grupo de hombres, es cuando se abre a la vida cotidiana lo que se ha construido en estos días, ¿Qué puedo contar? ¿Qué tengo necesidad de contar? ¿Cual será el impacto si cuento o no cuento? ¿Con quién tengo ganas de hablar de lo que sentí? Me han dicho tantas cosas antes de este encuentro. Incomodidad y extrañeza.
Los que concurrimos a los grupos de hombres asiduamente, en sus comienzos debemos atravesar ciertas parcelas, ¿Que hacen un grupo de hombres juntos? ¿No será que serán poco hombres?¿De qué hablan si él nunca habla?¿Porqué en lugar de ir a ese grupo de hombres, no hacen un partido de futbol y después se toman varias cervezas como siempre?
Incomodidad y extrañeza.
Es necesario generar instrumentos válidos para estar comunicados una vez que se termina este proceso de intervención, generar eventos comunicacionales donde la incomodidad y extrañeza puedan ser com-partidas, con la diversidad que nos pluraliza, con la paciencia que debemos tener, con la perseverancia de la esperanza.
¿Cuando el modelo de comunicación hegemónico entre hombres, de cargada, burla y duelo de espadachines se pone en crisis que aparecerá? Inquietud, incomodidad y extrañeza de mínimos.
Es necesario tener en cuenta estas mínimas cuestiones para ir haciendo camino, desde la incomodidad y la extrañeza hacia lo que venga , lo que suceda , pues seguro es mucho mas digno y humano que las certezas que antes nos habían entregado.


Abrazos

Hugo Huberman
hugo.huberman@gmail.com

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